Durante los siguientes años trabajando en los Hípicos de Buenos Aires, Carolina comenzó a darse cuenta que podía mejorar la calidad deportiva de los caballos iniciando con una buena doma desde el día cero, ya que le daban caballos con problemas tanto de conducción como de temperamento para transformar, y pensó que si el trabajo se iniciaba de buena manera desde el comienzo, la vida deportiva del caballo no iba a tener retrocesos.

Pese a las adversidades del mundo ecuestre, Carolina comenzó a aprender de doma en un haras de caballos de carrera donde un colega le abrió las puertas y le enseñó los primeros pasos de la doma tradicional, pero ese método aún no la convencía, ya que el tiempo de doma de los caballos spc (caballos pura sangre)  era de solo dos meses,  entonces como compró su primera yegua deportiva potra, experimentó la doma paso a paso con sus propias convicciones y se dió cuenta de todo lo que podía mejorar.

Aun así comprendió que debía hacer un trabajo de crecimiento personal para poder comunicarse mejor con los caballos y decidió cambiar su estilo de vida por uno más conectado con la energía de la naturaleza y los animales, por eso Carolina vive en el campo nuevamente desde hace más de 15 años.